A todos los padres nos preocupan los malos comportamientos de nuestros hijos y tratamos de encontrar la manera de cambiarlos. Pero es importante entender que más allá del comportamiento hay algo más. Hay mucho más. Porque el comportamiento, aunque sea molesto, es solamente la punta del iceberg.
Hay muchas cosas que se pueden hacer para modificar un comportamiento, con las que podemos o no estar de acuerdo, y no dudo en ningún caso que funcionan. Funcionan para cambiar esa conducta, esa pequeña parte del iceberg que está a la vista.
Pero, ¿y si ante un comportamiento inadecuado tratásemos de centrarnos en la totalidad de ese iceberg? ¿Qué ocurriría?
Pues que más allá de modificar una conducta lograríamos entender su porqué, o mejor, su para qué, y así buscar las herramientas que no solo cambiasen un comportamiento, sino que generasen verdaderas habilidades de vida, que el niño se sintiese realmente comprendido, integrado, conectado y capaz.